No obstante para que la conducta de apego se organice en un sistema, en relación con una figura discriminada, es necesario que el niño haya adquirido cierta capacidad cognitiva. La fase de apego propiamente dicha tendrá lugar, según bowly, entre los 6-8 meses a los dos años.
Durante este período, las reaciones de ansiedad y enfado ante la separación de la madre constituyen una muestra clara del apego que el niño mantiene con su madre. Apartir de los 8 meses el bebé empieza a tener preferencia por su madre, llegando incluso a rechazar el contacto con otras personas. Las experiencias vívidas con las figuras de apego desde la primera infancia determinarán la forma que adquiere el apego del adulto.
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