lunes, 2 de diciembre de 2013

EL JUEGO Y EL PLACER

El juego en el niño se produce, utilizando los mecanismos de la curiosidad que se dan ya a los pocos meses de nacer, y están conjuntados con la emoción, recompensa y placer. Mediante el juego, el niño adquiere habilidades y destrezas que lo hacen más apto en el mundo. Es el proceso por el que el niño realiza todos los aprendizajes posibles. Sólo hay que observar la conducta de un niño de dos o tres años ante un juguete, lo que está haciendo es obedecer a los mecanismos de su cerebro que le lleva a experimentar y, con ello, a aprender del mundo, a tomar medida motora, de la distancia de los objetos, que están a su alrededor con respecto a su propio cuerpo y construir así, programas motores que utilizara más adelante para actuar con seguridad y precisión ante una determinada conduta.
Y al igual con las habilidades sensoriales discriminativas, sean a tavés de la visión o el tacto, el niño juega porque le produce placer.
Todo niño experimenta una necesidad (necesidad de aprender), que le empuja al juego y sólo sacia con el juego, puesto que este es placentero. El placer es el mecanismo por el que a través del juego se disfraza el aprendizaje, que es lo que le lleva a conseguir los objetivos que la naturaleza le demanda. El juego es el mecanismo mediante el cual el niño, aprendiendo, cambia su propio cerebro y con ello enfila su camino a la juventud.

Bibliografía: Cuadernos Faros
 
 
 

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