Uno de los problemas de padres y profesores a la hora de enfrentarse ala enseñanza emocional de sus hijos es dar por sentado que el niño posee un conocimiento emocional innato de las situaciones y conflictos.
desgraciadamente, el ser humano, no es tan racionalmente emotivo y en la mayoría de ocasiones, y no sólo en nuestra infancia, realizamos acciones irreflexivas, que nos producen un gran malestar interior y de las que queremos desprendernos, pero de las cuales apenas somos conscientes o desconocemos su origen. Para tal fin utilizamos las estrategias mas diversas con el objeto de anular o ignorar nuestros sentimientos, uso de estrategias de distracción y negación para no adentrarnos en la causa de nuestros problemas, es una pena no gozar de la gran gama de emociones y afectos de los que disone la humanidad y tal y cómo funciona la sociedad, ni siquiera tenemos el tiempo y las condiciones adecuadas de tranquilidad para dedicar al día unos minutos a reflexionar sobre nuestra vida emocional, la de nuestros seres queridos, que acontecimientos nos suceden, cómo nos afectan y supondrán en el futuro. Los profesionales de la salud insisten en lo importante, de ser consciente de lo que sentimos, cómo de la aceptación de nuestros sentimientos, sin ahogarlos con actividades distractoras.